jueves, 1 de noviembre de 2018

Narración, poesía y títeres en psicoterapia

Continuamos con el tema de la terapia gestáltica y en este apartado te comparto otras formas en las que puedes realizar psicoterapia con los pequeños. Sigue leyendo y descubre el mundo de posibilidades que existe para trabajar con niños.


El uso de los cuentos en la terapia implica: inventar historias para contárselas a los niños, que sean ellos quienes inventen sus historias, leer historias de libros, escribir historias e incluso utilizar material para estimularlas como alguna prueba proyectiva, láminas, franelógrafos, dibujos, etc. asimismo, se pueden tener dispositivos auxiliares como grabadoras, micrófono de juguete o walkie-talkies.

Para el Dr. Richard Gardner, una forma de trabajar la narración con los niños es motivándolos a que cuenten un cuento y luego el terapeuta debe contar su propia versión de la historia, utilizando los mismos personajes, pero ofreciendo una solución. Esto se debe a que a historia del niño es una proyección y por lo general refleja una historia de su vida. Para utilizar esta técnica es necesario tener conocimiento previo sobre el niño y su vida, y entender rápidamente el tema inicial de su cuento. Asimismo, se debe indicar al niño que contará un cuento y este debe tener comienzo, desarrollo y final. Gardner sugiere que los niños comiencen con: “Había una vez...”. Cada cuento finaliza con una lección o moraleja derivada de la situación narrativa.

Violet Oaklander (1988) expone que ella utiliza también láminas del CAT o CAT-A, porque estas ilustraciones muestran animales en situaciones de seres humanos y si se trabaja en grupo cada niño puede contar historias diferentes. Si se diera el caso en el que un niño tiene una historia con un inicio similar se le puede decir: “¡Oh! Tu cuento comienza igual que el otro, ¿Qué le pasó a tu oso?”. Otra técnica narrativa que atrae a los niños es el test Inventa un Cuento con Láminas conocido por sus siglas en inglés como MAPS. Este set trae pequeñas figuras de cartón en blanco y negro, el niño elige figuras y las ubica en la tarjeta seleccionada, luego cuenta una historia y puede ir moviendo las figuras o añadir otras durante su narración. Parecido a esto, está la técnica de franelógrafo (o fieltro) que explico en mi entrada anterior sobre el juego proyectivo, si no la has leído te dejo el enlace para que vayas a conocer los detalles: Juego proyectivo. Cada una de las historias que surgen de estas técnicas se encuentran repletas de material que se puede utilizar para la exploración terapéutica.


Por otro lado, los libros también se pueden prestar para diferentes temas en las sesiones ya que a algunos niños les gusta que les lean, aun cuando parezcan haber pasado la edad para ellos. Los cuentos de hadas y folklóricos ofrecen una fortuna de material para trabajar con niños. A estos cuentos se les ha asignado gran significado psicológico ya que manan de las profundidades de la humanidad e involucran luchas, conflictos, pesares y alegrías que la gente ha ido enfrentando a través de los siglos. Los niños necesitan que se les brinden sugerencias de forma simbólica sobre cómo manejar los conflictos y así poder madurar con seguridad. El significado más profundo del cuento de hadas será diferente para cada persona, y diferente para una misma persona en las distintas etapas de su vida. Si se le da la oportunidad al niño, cuando se sienta preparado más adelante, volverá al mismo cuento para expandir o reemplazar sus significados anteriores. Estos cuentos tienen un impacto directo sobre las emociones universales básicas: amor, odio, miedo, ira, soledad y sentimientos de aislamiento, inutilidad y carencia.


La narración tiene diversas variaciones, en ocasiones se puede realizar una historia con un grupo de niños, en donde uno comienza, otro añade algo más y así sucesivamente, creando de esta forma un “cuento-collage”. Otra forma puede ser que el terapeuta comience un cuento y le pida al niño que lo finalice o viceversa, también puede ser que entre ambos inventen un final. Asimismo, el Dr. Gardner propone algunas técnicas para motivar la narración, estas consisten en actividades como tener una bolsa con juguetes y tomar uno, luego realizar una historia sobre él, puede ser también que tenga una bolsa o una caja con palabras y el niño saque una y cree una historia con ella, o incluso pueden jugar “scrabble” y después de completar una palabra en el juego puede realizar una historia sobre ella.


Por otro lado, existe otra forma para la narración, y esta es escrita. Puede ser que el niño grabe su historia y luego la escriba mientras la escucha, o el terapeuta puede irla escribiendo mientras el niño la va contando. Si el terapeuta quiere que el niño escriba su historia hay un punto muy importante por considerar y este es simple: NO JUZGAR, no juzgar su ortografía, su caligrafía ni la estructura de sus oraciones, eso ya lo vive en su ámbito escolar, y este es un espacio terapéutico, libre de juicios, esto se debe a que las constantes correcciones o juicios bloquean el flujo de la creatividad del niño. Para la escritura se les puede dar al niño un cuaderno con espiral para que, durante la semana, él escriba situaciones que le hicieron sentirse enfadado, algunos sueños, etc. Otra forma de practicar la escritura es completando oraciones inconclusas, porque esto estimula a los niños a hacer afirmaciones declaratorias sobre sí mismos y a conectarse con sus deseos, necesidades, ideas, desilusiones, pensamientos y sentimientos. También se le puede pedir al niño que complete una página con oraciones que comiencen por: “Yo soy...” o “Yo deseo...”.


La autora expone que la poesía brota desde el corazón y ayuda al niño a decir cosas que podrían ser difíciles de compartir en conversaciones naturales. Al escribirla el niño se puede dejar llevar con toda libertad. Para motivar a los niños en cuanto a la escritura de poemas existe una forma eficaz y es mostrarle o leerles poemas de otros niños. Al momento de leerle un poema al niño, se le solicita que cierre sus ojos y deje que el poema entre en él, para que al terminar pueda realizar un dibujo de lo que sintió mientras lo escuchaba.


Antes de iniciar la sesión de escritura se le habla al niño sobre palabras que describen sentimientos, palabras que evocan imágenes, palabras de agrado o palabras duras, para poder experimentar con ellas y expandir su percepción para la escritura de su poema. Además, como terapeutas debemos explicar a los niños que un poema no necesariamente debe rimar, ya que la poesía que rima no es la mejor para una expresión fluida y libre, pues el niño puede enfocarse más en buscar palabras que rimen aunque se salgan del contexto en el que está escribiendo y se puede perder su proyección en el poema. También se le puede pedir al niño que imagen que es un animal, una estación del año o un color y que escriba algunos versos sobre sí mismo (en el papel del personaje).

Existe una técnica que utiliza la autora dentro de la poesía y es semejante al haiku. Un haiku es un poema japonés con tres versos de cinco, siete y cinco sílabas cada uno. Oaklander la utiliza de una forma simplificada de cinco versos que consisten en: una palabra, luego dos palabras que dicen algo sobre la primera, luego tres palabras que dicen algo más sobre la primera, después cuatro palabras que dicen aún algo más sobre la primera, y el quinto verso repite la primera palabra. Observa estos haiku de un niño de ocho años y uno de nueve años:


Estos poemas son pequeños, pero dicen mucho sobre los pensamientos y sentimientos internos de los niños. Es como abrir una puerta hacia los secretos del pequeño.


Es frecuente que a los niños se les facilite hablar a través de un títere que decir directamente lo que le cuesta expresar. El títere le brinda distancia al niño y se siente con más seguridad para revelar algunos de sus pensamientos más íntimos. Se le puede pedir al niño que escoja un títere para trabajar y que sea la voz del muñeco, como terapeutas se le habla al títere y se le puede decir: “¿Por qué crees que te escogieron?” o “Preséntate, di algo sobre ti” siempre dirigiéndose al muñeco. El terapeuta puede formularle al títere una serie de preguntas y existen otros ejercicios con más interacción, como que el niño y terapeuta elijan un títere cada uno y estos interactúen entre sí, o el niño elige un títere y este va introduciendo a otros títeres. El terapeuta le puede solicitar al títere que mencione lo que le gusta y lo que no le agrada del niño que lo eligió y estas preguntas es mejor si se realizan con un títere, es decir, el terapeuta debe entrar en el juego también. Con los más pequeños es muy beneficioso el trabajo con títeres ya que en ocasiones responden mucho más rápido a los muñecos que al mismo terapeuta.


Es aconsejable tener un teatro para títeres, pero de no contar con uno no te preocupes, los terapeutas podemos ser muy creativos y utilizar respaldos de sillas para simular escenarios o algunas pizarras, etc. Estas funciones son similares a la narración, porque el niño cuenta una historia a través de los muñecos. En este caso el terapeuta puede hacer su propia función, puede preguntar al niño: “¿Sobre qué será esta función?” o puede elegir el tema acorde a una situación conflictiva en la vida del niño. En ocasiones se puede emplear una técnica parecida a la narración en la que, después de que el niño ha realizado su función, el terapeuta toma los mismos personajes y realiza una nueva función, algunas veces con elementos nuevos y otras veces ofreciendo nuevas soluciones para los conflictos presentados.


Los niños no solo actúan situaciones de su vida mediante los títeres, sino que se identifican prontamente con aspectos suyos. A veces, a través de la obra de títeres pueden resolver conflictos tanto internos como externos, y de esa forma pueden lograr equilibrar e integrar las diversas facetas de su personalidad. Como terapeuta se debe ser flexible y creativo, los niños disfrutan de la confección de títeres, así que durante las sesiones pueden fabricar sus propios muñecos.

Si deseas conocer más sobre el modelo de Violet Oaklander te dejo el enlace de uno de mis escritos anteriores en donde podrás conocer más detalles acerca de la autora, su forma de trabajo y donde encontrarás otro enlace en el que te comparto su libro para que sigas aprendiendo: Modelo de la Terapia Gestalt de Violet Oaklander.

REFERENCIAS

Oaklander, V. (1988). Ventanas a nuestros niños. Terapia gestáltica para niños y adolescentes. Santiago, Chile: Editorial Cuatro Vientos.